Proporcionar cuidados a un anciano conlleva mucha responsabilidad. En algunos casos, los cuidadores pueden ser quienes preparan las comidas, hacen los recados, proveen compañía y, sobre todo, se aseguran de satisfacer todas las necesidades de la persona.
Este ya era un trabajo exigente. Pero ahora, con la llegada de COVID-19, se ha vuelto más complicado.
William Palmer III cuida de su abuela de 92 años, apoyado de otros 70 familiares en la zona. Una vez a la semana, un puñado de familiares se comunica por teléfono para decidir quién está disponible para ayudar y asegurarse de que una sola persona no tenga que hacerlo todo.
A pesar de toda esta ayuda, Palmer dice que ser cuidador todavía conlleva un mayor grado de responsabilidad. Con la amenaza de COVID-19, él y sus parientes tienen que ser muy cuidadosos para no contagiar a su ser querido.
“Fui a pescar con un amigo, quien unos días después dio positivo en el test de COVID. Así que durante dos semanas, me encerré en mi casa y no pude ayudar a la familia”, explicó Palmer.
“Cuando te preocupa traer a la casa una enfermedad que puede matar a tu abuela de repente… ya no quieres [ser un cuidador], porque no quieres que (nadie) muera”.
Lea el artículo completo, escrito por la periodista Bianca Wright, una contribuyente con This is Reno y ex alumna de Noticiero Móvil.
Esta historia fue traducida por la periodista Jenny Manrique en colaboración con Noticiero Móvil. La versión original en inglés fue publicada el 6 de octubre.