Detrás del mostrador del restaurante The Lady Tamales en Carson City, el primer dólar que ganó Fidelina Suarez cuelga de la pared en un marco de madera. La fecha agosto de 2003 está escrita con tinta negra en el billete. Desde entonces, Suarez ha ganado premios y la atención de los medios de comunicación por su cocina; recuerdos de esas victorias decoran las paredes de su restaurante.
Este año, Suarez ha celebrado otro hito: el vigésimo aniversario de su restaurante original, situado en Carson City. Hace cinco años, Suarez amplió su negocio con la apertura de un segundo local en Dayton.
Pero Suarez no empezó con un restaurante. Empezó vendiendo comida en su carro. Dice que iba a los institutos locales y a su entonces lugar de trabajo a vender tamales.
“Cuando yo iba a las escuelas, ellos decían ‘pues attention, la Lady Tamales is in the front office’”, dijo.
Y el nombre se quedó.
Sin embargo, había un gran problema. Al principio, vendía comida sin permiso. Alguien avisó al departamento de sanidad y Suarez fue multada. Los funcionarios le dijeron que si quería continuar, tendría que obtener una licencia comercial.
“Y gracias a eso, yo compré mi licencia”, dijo Suarez. “Ahora voy a tener 20 años y me siento feliz”.
Suarez vende una gran variedad de platos mexicanos, entre los que destacan los tamales. A menudo se levanta a las cuatro de la mañana para preparar los tamales, así como enchiladas, salsa casera, bebidas caseras frescas, incluida la horchata, y mucho más. A lo largo del día, los clientes entran a pedir comida. También acuden al restaurante amigos y familiares.
Fidelina Suarez vive en Estados Unidos desde hace unos 30 años, pero creció en Michoacán, México. Cuando era joven, aprendió a cocinar en el restaurante de su madre.
Sin embargo, cuando se trasladó a Estados Unidos, el restaurante de su madre cerró.
“Mi mamá vendía tamales, carnitas, birrias. Tuvo un restaurante durante 20 años. Cuando me mudé a los EE.UU., no más”, dijo Suarez.
Suarez sigue utilizando las recetas que aprendió de su madre en sus propios restaurantes. También tiene el deseo de enseñar las recetas al resto de su familia, incluido su sobrino, Alberto Suarez, al que llama hijo. A veces, él ayuda a cocinar y a atender la tienda.
“Tenemos muchos clientes habituales que vienen una o dos veces por semana, como mínimo”, dijo Alberto en inglés. “Y tiene muchos planes que quiere poner en marcha”.
Randy Barnhart es uno de esos clientes habituales. Vive en Gardnerville desde hace una década y dice que lo que le hace volver es la comida.
“Hemos estado aquí innumerables veces. Llevamos viniendo ocho o nueve de los años que llevamos aquí”, dijo Barnhart en inglés.
¿Y su plato favorito del menú?
“Los tamales, sin duda. A menos que me muera de hambre, entonces voy por un burrito”, dijo Barnhart.
Suarez ha conseguido muchas cosas en los últimos 20 años, pero no piensa bajar el ritmo. De hecho, quiere seguir ampliando su negocio. Recientemente ha empezado a servir desayunos y está pensando en montar un camión de comida.
“La gente sí puede hacer lo que quiere pero tiene que tener disciplina”, dijo Suarez.
Ember Braun, de KUNR es estudiante de la Escuela de Periodismo Reynolds, y reportó esta historía, traducida por Maria Palma de KUNR.