Aunque Peter Park, un estudiante de medicina pautado para graduarse este mayo y también beneficiario de la política Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), no puede trabajar ahora en una clínica, aún así encontró una manera de contribuir durante la pandemia.
Se ha ofrecido como voluntario en la Autoridad Regional de Servicios Médicos de Emergencia (REMSA) para filtrar las llamadas telefónicas sobre COVID-19 y ayudar a seleccionar los posibles candidatos para el examen. En julio, con sus 28 años, Park comenzará su programa de residencia de cinco años en Las Vegas, Nevada, donde potencialmente podría atender a pacientes con el nuevo coronavirus. Luego, después de un internado y más años de dedicación, él finalmente lograría su sueño de convertirse en un cirujano ortopédico.
Pero estos planes podrían cambiar pronto — y por completo. Park, junto con más de 600,000 beneficiarios de DACA a nivel nacional, espera ansiosamente el fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que, en cualquier momento, decidirá su futuro en el país que ha llamado su hogar desde la infancia. Si el más alto tribunal se pone del lado del presidente Trump, que intentó poner fin en el 2017 a la política del gobierno de la era de Obama, Park y otros con DACA ya no podrán residir o trabajar legalmente en EE.UU.
Asimismo, un gran número de los que tienen el estatus de DACA trabajan en puestos que ahora se consideran esenciales como son lo maestros, profesionales médicos y aquellos empleados en las áreas de la alimentación.
Así que, para personas como Park, revocar su permiso DACA sería un gran cambio de vida.
Park y su familia llegaron por primera vez a EE.UU. cuando él tenía solo nueve años. Usando una visa de turismo, vinieron de Seúl, Corea del Sur. Debido a una serie de circunstancias desafortunadas, terminaron quedándose más tiempo del que tenían previsto.
“Contratamos a un abogado para que nos ayudara a renovar el visado, pero se aprovechó de nuestra situación, se tomó el dinero y desapareció”, explicó Park. “Mi madre sintió que no había un gran futuro para nosotros en Corea, así que creo que – en lugar de volver – fue entonces cuando decidió quedarse más tiempo de lo permitido por el visado”.
A medida que Park crecía, comenzó a soñar con trabajar en la medicina. Cada vez que se ofrecía como voluntario en un hospital, sabía que este era el campo en el que deseaba trabajar. Quería ayudar a la gente.
Pero, como ciudadano indocumentado, no le era posible solicitar a la escuela de medicina. No fue hasta que la política de DACA fue finalmente autorizada en 2012 que él pudo perseguir su sueño.
“Revocar DACA en este momento no sólo perjudicaría a los pacientes, sino también a los hospitales”.
— Peter Park, un estudiante de 28 años de la escuela de medicina de UNR
“Era muy importante para mí”, dijo Park. “Recuerdo haberme regocijado cuando obtuve el estatus”.
Desde entonces, Park ha trabajado duro para tener éxito en su campo. Recibió una beca de tiempo completo para asistir a la escuela de medicina en la Universidad de Nevada, Reno, regularmente se colocó en la cima de su clase, y según él, pasó mucho tiempo y energía esforzándose por ser el mejor. Dijo que sería devastador para él y para el público en general que DACA fuese eliminado ahora mismo.
“En todos los niveles del cuidado de la salud, tenemos [beneficiarios de DACA]”, dijo. “Revocar DACA en este momento no sólo perjudicaría a los pacientes, sino también a los hospitales”.
Park es uno de cerca de 29,000 trabajadores de la salud con el estatus DACA en la nación, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Una cantidad aún mayor continúa trabajando en industrias diferentes durante la pandemia, incluyendo la educación, la agricultura y la alimentación. Park enfatizó que deshacerse de DACA no sería bueno, pero hacerlo ahora mismo sería aún peor.
“Cualquiera que sea su postura sobre DACA, este es un muy mal momento para hacerlo”, dijo Park. “Estamos en una crisis. Necesitamos todas las manos a la obra”. –CC