La enmienda catorce de la Constitución de los Estados Unidos establece que “todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos, y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de los Estados Unidos y del Estado en el que residen”. Pero, ¿qué significa eso exactamente?
La base que otorga la ciudadanía en muchos países del mundo se fundamenta en dos principios jurídicos diferentes: el derecho del suelo y el derecho de sangre. El derecho de suelo (jus soli) concede la ciudadanía en función del lugar de nacimiento, mientras que el derecho de sangre (jus sanguinis) la concede en función de la ascendencia. Esto significa que cuando un país aplica el derecho de suelo, se concede automáticamente la ciudadanía a las personas que nacen dentro de sus fronteras. Esto difiere del derecho de sangre, que concede la ciudadanía a las personas nacidas de ciudadanos de un país.
Los EE.UU. combina ambos principios jurídicos a la hora de determinar la ciudadanía. La ciudadanía basada en el lugar de nacimiento concede la ciudadanía a cualquier persona nacida en suelo estadounidense, mientras que la ciudadanía basada en la ascendencia extiende la ciudadanía a los hijos de ciudadanos estadounidenses nacidos fuera del país si cumplen los requisitos necesarios. Hay más de 30 países en todo el mundo que utilizan la ciudadanía por derecho de nacimiento como política gubernamental.
¿Cómo fue que conseguimos la ciudadanía por derecho de nacimiento?
Tras la Guerra Civil estadounidense, los ex esclavos y los negros ya libres y residentes de EE.UU. no eran considerados ciudadanos por el gobierno federal. Para extenderles protección a ellos y a sus hijos, el Congreso redactó la 14 Enmienda en la Constitución y esta fue ratificada por los estados de la unión. Esto provocó un gran debate en la década de 1860, ya que muchos estadounidenses empezaron a preocuparse por si esta norma incluiría a la comunidad china.
En 1898, en el caso de EE.UU. contra Wong Kim Ark, la Corte Suprema dictaminó que esta ley se aplicaría a todas las personas independientemente de su raza. Wong Kim Ark nació en San Francisco, California, hijo de dos ciudadanos chinos. Tras un viaje al extranjero, a Wong se le denegó la reentrada a EE.UU. porque se le confundía con un no ciudadano en la época de la Ley de Exclusión China de 1882. El tribunal falló a favor de Wong Kim Ark, lo que estableció los parámetros de la ciudadanía por derecho de nacimiento tal como se ve hoy en día.
¿Puede una orden ejecutiva poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento?
Expertos jurídicos opinan que la respuesta es “no”, que el presidente de EE.UU. no puede cambiar unilateralmente la Constitución mediante una orden ejecutiva. Para modificar la Constitución se necesitan dos tercios de los votos de la Cámara de Representantes y del Senado. Después, tres cuartas partes de los estados tendrían que ratificar el cambio a la enmienda.Aunque hay mucha confusión sobre si la orden ejecutiva puede aplicarse de hecho, la ley sigue vigente. Recientemente, un juez federal bloqueó la orden ejecutiva del presidente Trump por considerarla “flagrantemente inconstitucional”. Es probable que este caso llegue hasta la Corte Suprema de Estados Unidos.