Como muchos otros estudiantes de todo el país que participan en el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), María Villaseñor-Magana espera ansiosamente la decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos sobre su continuación.
DACA es una política del gobierno federal que ofrece a jóvenes inmigrantes, como Villaseñor-Magana, una autorización de trabajo temporal en EE.UU. A través de este programa, algunos indocumentados que llegaron a EE.UU. a una edad temprana y durante un periodo predeterminado pueden solicitar por una licencia de conducir, y para empleos y universidades. A estos jóvenes se les conoce como dreamers o “soñadores”.
Como estudiante de la Universidad de Nevada, Reno, (UNR, por sus siglas en íngles) recibir DACA es fundamental para los planes futuros de Villaseñor-Magana. DACA le permite encontrar un empleo decente, lo cual es una necesidad para pagar todas las cuotas que vienen con ser estudiante. Además de la matrícula y los costos de vida, también es responsable por los gastos para renovar DACA.
“Tengo que pagar US$500 cada dos años, más el sueldo de la persona quien rellenará los formularios”, dijo Villaseñor-Magana. “Si no pudiera trabajar, obviamente no podría permitirme venir a UNR, o [completar mi] educación en general”.
Por eso la vida de los dreamers como Villaseñor-Magana depende en gran medida en la continuación de DACA. Desde que la administración Trump pidió el fin del programa en 2017, los beneficiarios de DACA han estado inseguros sobre su futuro en EE.UU. Según el Centro Nacional de Leyes de Inmigración, una decisión sobre DACA podría llegar en junio de 2020, pero también podría anunciarse antes de esa fecha.
Mientras los dreamers esperan la decisión que cambiaría sus vidas, la universidad ha encontrado maneras de suministrarles más apoyo.
UNR contrató a Jahahi Mazariego como coordinador de servicios sociales en el campus. Usando una combinación de experiencia personal y profesional, ella puede ofrecer orientación especializada para DACA y estudiantes indocumentados.
Además de asesorar, Mazariego y otras unidades en el campus como el Centro de Investigación Latino (LRC, por sus siglas en inglés) juegan un papel crítico en dar voz a los indocumentados.
J. Diego Zarazúa, el coordinador del LRC, explicó que aunque todavía no está claro cuáles serán los próximos pasos exactos que tomará UNR para ayudar a los estudiantes con DACA, el LRC seguirá trabajando con personas como Jahahi, al igual que con la oficina de la senadora federal Catherine Cortez Masto, para abogar mejor por ellos.
“Nuestro propósito es crear ese sentido de pertenecer”, dijo Zarazúa. “Así que es muy importante para nosotros seguir teniendo eventos [como el Undocumixer] y ser visible públicamente”.
Este pasado 2 de marzo, la universidad celebró el evento “Undocumixer” como parte de “Undocuweek”, una semana dedicada a proporcionar recursos y espacios seguros para los estudiantes indocumentados.
En el evento, Villaseñor-Magana habló sobre cómo ella y su familia emigraron a EE.UU. Después los demás asistentes tuvieron la oportunidad de conectarse con empleados, profesores y otros estudiantes que podrán ayudarles. Sin embargo, tanto Villaseñor-Magana como su hermano, otro beneficiario de DACA, todavía se sienten vulnerables.
“Estamos muy nerviosos”, dijo. “No me gusta estar al día con las noticias porque siento que me crea más ansiedad — pero cuando [el veredicto] se anuncie, entonces es cuando me sentaré y pondré atención”.